jueves, 28 de febrero de 2013

La analogía del trovador y el juglar: Emilia, Jaime y Roberto




Sesiones con Emilia


Hoy quiero hablarles de una producción de 1980. Es un disco, “Sesiones con Emilia”, de tres talentosos músicos… tres talentosas voces cuyo estilo o género es difícil de clasificar pero que ellos mismos autodefinen como rupestre; en lo personal, me parecen muy emparentados con el rock o algunas de sus raíces pero magistralmente adaptado a una identidad anclada en nuestra realidad nacional.
 
Un tamaulipeco y un veracruzano formaban parte de lo que alguna vez fue Un viejo amor que desaparecería con el tiempo y que este año de 1980 reunía nuevamente a tres de sus integrantes: Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán para entregarnos doce temas caracterizados por historias urbanas donde muchos de nosotros, treinta y tres años después, aún nos podemos identificar con varias de sus historias hechas canciones.
 
Guitarras, armónica y voces con una lírica crítica que se combina con el encuentro final de dos, la primera y la segunda persona del singular, dando forma y fondo conforman “La soga”. “Morir como mueres hoy” nos relata la historia de un oficinista soñador a quien su cotidianidad le consume en su ir y venir, en sus días con sus tardes y noches. Y qué me dicen cuando en vida dejamos de ser, dejamos de tener sentido, dejamos de estar acompañando y en la locura de éste ser sin estar o estar sin ser “El seguramente” nos sacude la existencia.
 
¿Qué no cabe en la palabra amor? La suegra, la alquimia, los sortilegios, la magia, la incertidumbre, las encuestas y sus repuestas, los desencuentros, el arte, los claroscuros de la vida… qué no cabe “En toda la extensión de la palabra amor”.
 
Y qué decir de esos dos tratados filosófico existenciales que conforman las letras de González: “Mi libertad”y “El Huerto”; temas que inútilmente se podrían reseñar en esta entrega porque son inefables. Son rolas que se deben escuchar para asimilarlas y en esa lúdica tarea disfrutarlas.
 
Y podría continuar intentando darles algunas pistas de lo que van encontrar en este álbum de discos pentagrama pero mejor los invito a escucharlo.
 
Les regalo un tema de los que no he mencionado y les recomiendo ampliamente escuchar los aquí citados.
 

 
 



jueves, 21 de febrero de 2013

La catarina y Pablo






Porque necesitaba respirar la paz, la magia de aquel lugar, Pablo salió unos segundos al jardín. Allí, una simpática Catarina voló hasta posarse en su mano y compartió con él las esencias del color en ese, su espacio. Pablo, agradecido, por corresponder a la gentileza de tan diminuto pero portentoso ser, le habló de Laura; del milagro de su presencia y del amor que había puesto en aquella casa, especialmente en la lozanía del jardín que construyó poco a poco con el entusiasmo de sus manos.

También le contó de la ocasión que Laura fijó sus primeras huellas, sus primeros toques, llenando de vida su hogar. Por último, le platicó de cuánto la extrañaba pese a vivir en el jardín después de un trágico accidente.

Una lágrima rodó por su rostro y al caer bañó a su eventual amiga. La Catarina, emocionada por el sabor de tan íntima sustancia, obsequió al jardín en arrebolado vuelo un perfume de nostálgica felicidad evocativa del olor a Laura que Pablo, desde ese día, sale a respirar cada mañana.



Amaranre M Matus.
* Gracias Gavrí por el apoyo y las sugerencias.


 

miércoles, 20 de febrero de 2013

La analogía del trovador y el juglar: Amparo Ochoa


La luz de María Amparo

 


Hoy regresamos a la tierra del maíz y el maguey. Esta entrega está dedicada a una de las voces femeninas más entrañables que hemos tenido y continuaran nutriendo la memoria colectiva de un pueblo. Amparo Ochoa es una sinaloense universal orgullosa de su identidad y solidaria con su América Latina.
 
Amparo Ochoa pasó de la vocación en la enseñanza rural a la lucha por la memoria, la conciencia y la historia, a través de sus canciones. Y digo que son suyas porque Amparo es una de esas intérpretes que reivindican la canción; es una de las juglares que hacen suya cada interpretación convirtiéndose autoras… creadoras.
 
Hace pocos días, el ocho de febrero para ser exactos, se cumplieron sus primeros diecinueve años en un mundo que muchos suponemos es mejor que éste, y no por eso, dejamos de extrañarla. Afortunadamente nos legó un patrimonio musical amplio, lúdico y memorable.
 
A lo largo de casi tres décadas consiguió hacerse de un repertorio rico, lírica y musicalmente, que recorrió la poesía de León Felipe “Como tú” a Mario Benedetti “Te quiero”; viajó de la trova del yucateco Ricardo Palmerín “Semejanzas” a la crítica del chileno Fernando Ubiergo “Cuando agosto era 21”; pasó de la alegría del huapango “La prietita Linda” a la dulce canción de cuna “Canción para mi niño”; nos hizo reír con la picardía y simpatía de nuestro gran Chava Flores “A que le tiras cuando sueñas mexicano” sin olvidar la vigencia en la letra de Miguel Muñiz con “El Barzón”.
 
Si como dice el gran cantautor Luis Eduardo Aute:
 
“No hay mejor memoria que una canción;
las canciones remiten a toda
 historia que uno quiera recordar…
incluso la que se ha olvidado”
 
Nuestra mágica Amparo trascendió del salón rural a la memoria de nuestro México, no con con los pupitres y la tiza sino a través de las canciones y su particular voz que es pura emoción, sentimiento y colorido.
 
Cerramos esta entrega con tres canciones que les invito a escuchar y son una pequeña muestra de lo grande que fue, es y continuará siendo Amparo Ochoa mientras haya una persona dispuesta a dejarse tocar el alma por la voz de esta mujer única.


 


martes, 19 de febrero de 2013

Reflexiones desde la cueva


Las palabras





 

No vivo de las palabras pero vivo con ellas. Me gusta su complicidad, su cariño, su encanto, su esencia.

Me gustan sus provocaciones, los estados que despiertan, sus mágicas manifestaciones, sus posibilidades infinitas…

Me gustan porque son el canal adecuado de un sentimiento, el cuerpo perfecto de  una idea, la materialización poética de la musa.

Me gustan como el vestido de noche para las deslumbrantes emociones; me gusta como la invaluable cómplice, herramienta de historias locas emanadas de la nada.

Me gustan porque me conducen por universos inesperados, atmósferas por recrear, parajes donde muchas veces se desearía acampar, mundos inexistentes por inventarse.

Me gustan las palabras porque nos hermanan, nos acercan a las almas de la otredad y nos permiten charlar con ellas, acariciar sus corazones, crear humanidad.

Amo las palabras... procuro honrarlas.


  


miércoles, 6 de febrero de 2013

Ellos

 
 
Llego el día que a él la caprichosa memoria le jugó malvadas bromas. Se le escondía por rincones oscuros martirizando su alma.
Ella siempre estuvo ahí para reconfortarlo y decirle con un tierno abrazo: no te angusties, yo soy tus recuerdos… yo soy tu luz cuando el olvido te visita.



 
 


La analogía del trovador y el juglar: Pedro Guerra


El canario y su bello canto

 


Continuando por la Madre Patria este periplo semanal, recuerdo que la primera vez que escuche a Pedro Guerra fue en una fiesta de amigos. Ya en la madrugada y con la bohemia casi por aterrizar, Salvador, la pareja en ese entonces de mi amiga, ponía algunos temas en su aparato de audio de nuestro convocado hoy ¡Como no identificarse con “Dibujos animados”!, canción intimista, muy personal de nuestro cantautor. Por cierto, uno de sus primeros temas en esas 17 “Golosinas” que conforman su primera producción de 1995.
 
Pedro Guerra tuvo que salir de las Islas Canarias para crecer como artista. Llegó a Madrid en 1993 e inmediatamente su música y composiciones prendieron con gente muy querida y respetada en España: Ana Belén, Víctor Manuel San José, Joaquín Sabina, Martha Sánchez, Paloma San Basilio, Amistades Peligrosas y Cómplices. “Golosinas” incluye el tema de “Contamíname” que grabara la intérprete Ana Belén.
 
Reconoce como sus mayores influencias a Silvio Rodríguez, Caetano Veloso, Fito Paez y The Beatles. Pedro es un cantautor cuyas composiciones están inspiradas en la sencillez de lo cotidiano: en la vida, en él mismo, en la percepción e interpretación del mundo, en su sentir y lo que cree es el sentir de la otredad que al final resulta en universal al encontrar está dinámica de idas y vueltas que forjan su punto de vista.
 
Mis canciones son mi punto de vista,
mi visión, eso es lo que yo aporto.
Mi punto de vista tanto musical como en las letras.
 
Nos describe en sus palabras el proceso de la creación de la siguiente forma.
 
…sólo sé que uno intenta expresarse a través de la música,
escribes una letra, le pones una melodía,
tienes unos acordes, haces una canción.
No lo sé. A veces se dan ciertos momentos llenos de lucidez
donde coincide que letra y la música forman
 así como un engranaje casi perfecto.
 
Sin más preámbulos escuchemos a Pedro Guerra con “Lazos”, después con “Siete puertas”para cerrar este breve recorrido con “5000 años”.
 

 


ELLA





 
 
 
Ella solía pasear con sus peludos amigos todas las tardes. Con la gracia de su figura, los hilos de luz en su cabello y la paz del tiempo que dedicaba a esos nobles seres, poco a poco, él se fue enamorando de su tiempo y de su andar.
 
 
 

La analogía del trovador y el juglar: Luis Eduardo Aute


Pintando las letras de color Eros
 

¿Se puede hacer música con pinceles? Sin duda se pueden trazar imágenes, metáforas visuales en un discurso estético a partir de la pintura, pero más allá de la pintura ¿Se pueden componer letras de canciones cuando la vocación artística se sustenta más en la plástica y sus colores que en la melodía con sus letras?

Nuestro cantautor pinta con su paleta y acuarelas sobre lienzos, escribe poesía y, con estas dos cualidades: pintando sobre la tela y poetizando sobre el papel, dota de maravillosa melodía muchas de sus letras para composiciones musicales, que sí de verdad esta vena de la creación es un hobby en nuestro cantautor ¡Vaya forma de regalarnos a través de un trabajo musical vasto, ya con cuatro décadas de particulares composiciones, una obra de dimensiones respetables! Que si no se tratase del puro divagar creativo la imaginación no me alcanzaría para valorar su música.

“Las palabras son hermosas, pero limitadas y, a veces, muy traidoras”, nos dice.

 Filipino de nacimiento y catalán por línea paterna, Luis Eduardo Aute es un artista que pinta sonrisas en las almas, pone suspiros en el regazo de corazones de quienes abrevamos de sus letras y, celebra el amor con dulce erotismo emanado de su inspiración venusiana para celebrar las sensaciones carnales que la institución confesional de la censura sanciona con la excomunión.

 Las reflexiones, las preguntas fundamentales y las protestas sociales tampoco pueden dejar de estar presentes en sus canciones que como él mismo nos dice, no pueden arreglar nada pero sí sirven para otras cosas:

"Las canciones son en principio, la expresión del artista, una manera de comunicarse, una manera de desatar la imaginación, de provocar la sensibilidad, la inteligencia, la solidaridad.”

Que si nos atenemos a las entrelíneas de este extracto algo finalmente se arregla. Es como aquella reflexión del cubano Vicente Feliú “No se hace una revolución con canciones, pero sin ellas no se puede hacer una revolución”.

Hasta aquí ésta entrega que ya iremos desmenuzando porque la carrera y la lírica de Aute, no se agota en unas cuartillas sino en el viaje por su universo músico-poético.


 

martes, 5 de febrero de 2013

Reflexiones desde la cueva


 
Desahogo

Sí para algo sirven las palabras
Que sirvan para denunciar
Para señalar las injusticias
Lo podrido de un sistema
Lo podrido de las complicidades
Lo podrido de las instituciones
Lo perverso y discrecional de la justicia
Lo violación constante del estado de derecho
Que sirvan para señalar la simulación de los medios y la enajenación que hacen de la verdad
Que sirvan para desahogar la frustración
Para condenar la rampante impunidad
Para consignar que la llegada de este nuevo gobierno sólo ha servido para dos cosas a escasos dos meses de “mandato”:
 
lo jodido del anterior y lo jodido que va seguir el país con este.


 

La analogía del trovador y el juglar: Fernando Delgadillo


 
El creador de la canción informal

Es complicado hablar del poeta urbano de la prosa sencilla y el verso libre; de la lírica del autorretrato y las emociones.
 
Del cantor que tuvo que definir su hacer, su creación como “Canción informal” para mantenerse a salvo de las categorías o los géneros. Para salir de la prisión de las etiquetas y trovar desde el corrido, el bossa-nova, el folk u cualquier género o ritmo que salga de su guitarra.
 
Un hacedor que en la madurez que ha alcanzado y con ella, la humildad acompañándole, reconoce al juglar (el intérprete) en su fundamental aportación de dar a conocer el trabajo del trovador (el compositor).
 
Fernando Delgadillo Inició en un grupo folklorista llamado Huancayo tocando las percusiones hasta que en 1986, a la edad de veinte años lejos del hogar paterno, acompañado únicamente de su guitarra y canciones, comienza a cantar y dar clases de guitarra en la peña: El Sapo cancionero.
 
Nuestro trovador reconoce como influencias a Cri Cri, José Gorostiza, Octavio Paz y la trova. Yo además encuentro en su estética e lírica a Don Chava Flores y nuestro admirado y admirable Oscar Chávez.
 
A Fernando Delgadillo le gusta escribir sobre cosas que le emocionan, que le conmueven. Compone sobre cosas que sueña, se imagina en ellas o que ha vivido pero que intenta sean tocadas por lo universal. Le encanta la idea de hacer canciones e interpretarlas y posee una característica primordial en los trovadores: confía en la recomendación boca a boca de un trabajo realizado lejos de los circuitos comerciales.
 
Su definición de la canción informal y la manera como compone sus canciones, la explica de un concepto, la sustancia poética, que encontró en Gorostiza. Algo más o menos así: se trata de intentar con ella, la sustancia poética, relacionar una palabra con otra y otra y otra… hasta formar una especie de línea y, que cada línea vaya conduciendo hasta un lugar dentro de nosotros que no conocemos, de manera tal que vayamos al encuentro de decir cosas universales con las cuales los demás se puedan sentir identificados.
 
Aunque no lo crean, no fue sencillo; espero esta breve reseña sea de su agrado y para despedirme quiero parafrasear un poco a nuestro cronista de los viernes: para hacer una buena trova sólo se necesitan dos cosas, un poeta con su lírica y su infaltable fiel compañera, la guitarra.
 
Buenas madrugadas.
 
Por favor escuchen qué cosa más bella la canción con la que cierro esta entrega: una fusión de poesía y trova ligada a “Bienvenida”

 
 

La analogía del trovador y el juglar: Años, Pablo Milanés



El tiempo y…

Después de varias semanas de ausencia hoy voy a ser breve. En esta entrega quiero compartirles unas líneas que encontré en la monumental obra de Gabo y, como su poética magia, me remitió a una canción del entrañable Pablo Milanés acompañado de la enorme Negra Sosa.
 
Un tema fundamental en las letras de Pablo Milanés es el tiempo: su decurso, sus huellas, sus inconvenientes y sus lecciones. “El tiempo, el implacable, el que paso” “Cuánto gane, cuánto perdí” “Para vivir” “Mírame bien” y “Años” son un botón de muestra. El desarrollo de cada pieza va de la falta de pasión en la fórmula del amor a los recuentos de una vida; o, del desfase en el amor así como la evolución o trasformación del mismo.
 
En Cien años de soledad, la relación del tiempo con la soledad, el amor y los personajes de Macondo, es él quien nos conduce a través de las generaciones de Úrsula y José Arcadio, hasta la llegada del último de los Buendía, con quien  queda sellado el fatal destino de Macondo y sus pocos sobrevivientes.
 
A propósito de Aureliano segundo y Petra Cortes transcribo las siguientes líneas que no puedo dejar de asociarlas con ese tiempo que pasa y nos va pone viejos; tiempo que hace del amor otra cosa muy distinta a los hervores de la juventud pero que no deja de ser amor. El amor que alguno de los pesimistas ha definido como el invento de aquellos quienes no han podido curar una enfermedad llamada soledad. Vaya pues este hermoso pasaje y la canción de “Años”.
 
“Ambos evocaban entonces como un estorbo las parrandas desatinadas, la riqueza aparatosa y la fornicación sin frenos, y se lamentaban de cuánta vida les había costado encontrar el paraíso de la soledad compartida”
 
 
Disfruten el video porque es genial.

Buenas madrugadas.

 


La analogía del trovador y el juglar: Alejandro Filio


Filio y Gómez, el hombre y el trovador
 


Hola mis queridísimos compañeros de aventuras trovadorescas juevecinas. Hoy vamos de regreso a nuestro querido México con uno de los trovadores o canta autores –como a ustedes mejor os parezca llamarles- contemporáneos, vigentes y de mucha reconocimiento de aquí al cono sur, pasando por España, por supuesto.
 
Con más de 30 años de fructífera carrera y con 19 afortunados discos llenos de hijos en su haber ¡Claro! Si nos atenemos a la hermosa definición que nos ha regalado de la trova: El matrimonio amoroso de un alma con una guitarra, en donde la consecuencia lógica de esta unión, de tamañas dimensiones, son los hijos… las naturales canciones. Que por cada idilio materializado en álbum entregado, siempre encontramos algo digno de la mezcla armónica pero siempre ambivalente entre Alejandro Gómez el hombre y Alejandro Filio el artista.
 
Alejandro Filio desde los 16 años encontró su vocación de trovador y desde entonces ha venido haciendo de las expresiones de los sentimientos -los de él y los demás, de las emociones que siempre sacuden a un alma, de las reivindicaciones sociales de nuestro México y de nuestra américa y del mundo, de la conciencia siempre en evolución desde su adolescencia hasta estos momentos de madurez que vive: su trabajo.
 
Un trabajo que ha logrado mantener con dignidad la plenitud de dos pilares que desde muy joven pacto consigo mismo: estética y ética. Definiciones de vida que responden antes que a otra cosa al hombre congruente, que alimenta al artista comprometido.
 
Un trabajo a partir del híbrido conformado de melodía y mensaje; de la hibridación de sus notas musicales emanadas de la guitarra por un lado y de la poética que como buen observador de si y de su entorno, brota a golpes inspiración por otro.
 
Un trabajo que en la sencillez del mismo puede encerrar la complejidad de su misión: “Ambientar las cosas importantes que hay que decir” puesto que “todos tenemos un amor, un tiempo para dar, un ciclo.” Y ese amor es quien nos conduce a señalar lo que marcha mal. Es quien pone cimiento a la ética para hacer lo correcto y a la estética para hacer lo bello. Es el amor necesario para sumarnos a la protesta o hacer las propuestas; para alejarnos cuando los ciclos terminan dando oportunidad a los nuevos regalos que nos llegan; para aceptar los designios que no están en nuestras manos y construir con nuestros hermanos lo que está en nosotros. El amor… fraternidad que no nos permite claudicar cuando se trata de conquistar sueños y compartirlos.
 
Es como dice Filio con ese lenguaje de creador: “La materia del trovador es muy extraña, incluye una forma tozuda de ser, rebelde; al mismo tiempo una forma amorosa, sincera, congruente y fiel… los trovadores somos cronistas de lo que sucede, eso es la trova, la trova habla de verdades.”
 
La música en sus palabras: “es la manera más perfecta de expresión, es su encuentro con el mundo, es su forma de existir y ser” y él, como todo buen trovador va haciendo suyo lo que lee del mundo generando procesos de identificación y simpatías que van constituyendo el sentido del noble oficio del trovar, una y otra vez más, recogiendo pedacitos de realidad para compartirlos, con sus convidados, envueltos en esos maravillosos cantos.
 
Para quienes somos unos enamorados de la luna, amantes de los rumores de la madrugada e masoquistas amantes del insomnio esta entrega de su primer producción de 1988 “Hay luz debajo”: “Luna llena”.
 
De su álbum “Filio” de 1991 está puntual crítica al hermano lobo del Tío Sam.
 
Quizás uno de los sueños… proyectos más acariciados e importantes en su carrera y que fue concretado en 1998: tenemos “Un secreto a voces”. En él, lo acompañan trovadores de Cuba, España y Argentina y la juglar peruana Tania Libertad. “No te cambio”, acompañado de Santiago Feliú, es una canción evocadora de ese idilio entre la creación donde no se sabe si habla a su musa o a su otra inseparable compañera. Da igual, porque la belleza del tema con la mancuerna de las emotivas voces nos lleva a viajar tras ellas en dulce entrega, montados en su lírica llena de su suave melodía en íntimas cuerdas.
 
Y de su última entrega de 2011 “Buscando el alma”, un ejercicio de introspección como lo sugiere el título del miso álbum, ésta última canción “Olvidaba decirte”. Imposible no identificarse para aquellos que han perdido a quien les dio el ser. Una bella canción que alivia el alma que se quedó con tantas cosas… con tantos secretos y tantos decires que en un acto de contrición apenas se puede encontrar algo de aliviador desahogo.
 
En otra entrega volveremos a él porque aunque hay pocas cosas que se probablemente quedaron en el tintero, siempre es importante terminarlas de decir.