miércoles, 24 de octubre de 2012

La analogía del trovador y el juglar: Rubén Blades



El trovador salsero

 


Buenos días, tardes o madrugadas queridos concurrentes a éste su espacio. La propuesta de hoy pudiera resultar sorpresiva, desconcertante, puede hasta polémica o quizás nada de lo enumerado… pero como en ocasiones soy como suelo ser provocador vamos a ver qué sucede con nuestro Trovador de esta semana.
 
Algunas veces los trovadores medievales dedicaban sus composiciones a Los Caballeros y sus hazañas; sus trovas estaban destinadas a enaltecer las aventuras caballerescas y la figura de sus protagonistas.
 
Nuestro trovador moderno se ha dedicado muchos años a crear narrativas urbanas acariciadas por la humanidad de sus personajes. Sus historias están enraizadas en la vida del pueblo. En su canto está el corazón del barrio: las almas de la comunidad que sobreviven en la vecindad de su cotidianeidad; están las personas comunes que encarnan, sino arquetipos, si seres con quien nos podemos identificar… rostros e historias que pueden parecernos cercanas, familiares o íntimas. Héroes y protagonistas no visibles a los que hay que reivindicar… a quienes hay que rescatar de la caprichosa desmemoria, la ingratitud del olvido.
 
En su trabajo encontramos un rasgo que define a todo cantautor: la constante de historias siempre envueltas en sentimientos auténticos y entrañables emociones. Ahora sí que como dice Quique Quiñones en esa obra maestra llamada “Maestra vida”: “la música no es más que un pretexto”, un pretexto para no perder la sensibilidad, la solidaridad y la capacidad de empatía, características muy lejanas a los criterios comerciales donde los compromisos estéticos, sociales y musicales brillan por su ausencia.
 
Y ahí voy de nuevo: si el juglar medieval entretenía a sus oyentes con historias declamadas nuestro trovador de hoy (en un género que por excelencia está dedicado a la fiesta, a la alegría y al entretenimiento en los salones de baile) nos invita a reflexionar un poco en su género musical al cual da un sentido distinto respetando sus formas gracias al concurso de un fondo distinto –brindando un nuevo significado- en muchas de sus composiciones.
 
Llegados a este punto me siento en la obligación de hacer una confesión: a mí que me gusta tanto el baile, muchas veces no se me antoja bailar al maestro Blades. Es más, casi invariablemente prefiero mejor sentarme a disfrutar de sus letras, en lo lúdico y lo magnífico de su música.
 
Si ya conocen “Maestra vida” estoy seguro van a entender este choro que me acabo de aventar. Si no, me gustaría pudiesen escuchar canciones como “Pablo pueblo” “Ligia Elena” “Decisiones” “El padre Antonio y su monaguillo Andrés”; la mismísima “Pedro Navajas” o “Plástico” (éstas dos últimas quizás de las piezas más conocidas de su repertorio). Muchas de sus letras están impregnadas de conciencia crítica en lo social ya desde el título mismo; un rasgo más del trovador moderno, intérprete de sus creaciones.
 
Rubén Blades, al que hay que decirlo: muchos lo incluyen dentro de ese gran boom de la denominada Nueva Canción Latinoamericana al lado de los trovadores cubanos y los del cono sur de nuestra América Latina, es el trovador de la denominada salsa. Rubén Blades es un vanguardista valiente y también es un virtuoso personaje que llego a este género para enriquecerlo… y desde mi punto de vista antes que salsero, el maestro Blades es un trovador moderno.
 
La canción que pongo a su consideración es “Adán García” al más puro estilo de esas dos figuras que nos convocan: El trovador y el juglar. Blades y su guitarra, ni más, ni menos.
 
¿Quién no ha conocido o leído cerca de su historia a un Adán García?
 
Hasta la próxima entrega y espero ésta les guste. Nada más por si ya escucharon completo su álbum de “Tiempos”, debo decir que este ejercicio me recordó mucho a esa gran opera salsa “Maestra vida”.

 
 
 
Posdata: a quien le interese un poco la historia de ésta propuesta de hoy, dejo el link para que se empapen un poquito más de esta maravilla de pieza

http://www.herencialatina.com/Roberto_Cedeno_Ruben_Blades_Edic_Dic_Ene_2009-20010/Roberto_Cedeno_Ruben_Blades_Dic_Ene_2009_2010.htm

jueves, 18 de octubre de 2012

La analogía del trovador y el juglar: Oscar Chávez



LA MEMORIA EN LETRAS Y CANCIONES


Continuando con la historia es importante enfatizar que no debemos confundir juglar con bufón porque éste más bien “era un artista del entretenimiento en la Europa Medieval, un errante vehículo de la poesía medieval en las distintas lenguas europeas, dotado para tocar instrumentos musicales, cantar, contar historias, leyendas o romances de guerra” y en algunos casos hasta compositor de sus versos. Un transmisor de la cultura, noticias, acontecimientos sociales y vivencias personales en un mundo donde predominaba el analfabetismo y la comunicación, se sustentaba en la tradición oral.

El origen del juglar era humilde. Su modo de subsistir era brindar entretenimiento, no ser autor de su poesía, “porque generalmente sus declamaciones eran copias de versos de trovadores arreglados por ellos mismos, aunque sí existían quienes componían sus propias obras.”


“El recitado juglaresco era extraordinariamente libre y amoldable. El juglar no estaba obligado a someterse a un texto determinado y fijo, sino que, según los gustos del público ante el que actuaba o según sus personales predilecciones, alargaba o acopaba la narración, inmiscuía escenas o versos, recargaba el dramatismo de ciertos pasajes o interrumpía el relato para pasar el platillo, anunciando al auditorio que no narraría el final de una aventura si no se mostraba generoso con él, o bien, al ser la hora avanzada, convocaba a los que le escuchaban para el día siguiente, en el que pensaba dar término al recitado del cantar iniciado.”


Un punto de vista distinto nos lo ofrece Rquier:


“Según Riquier, la juglaría es algo muy distinto. Fue inventada por gentes cultas para difundir la alegría y el honor. Más tarde aparecieron los trovadores, para dar ánimo a los caballeros en nobles empresas. Sin embargo, después la juglaría decayó.”


Nuestro personaje de hoy es una leyenda viva de nuestra cultura popular; un hombre que nos debe de enorgullecer. Es emblema del canto popular y el folklore musical en nuestra cultura. Un hombre universal, rico en sus composiciones, rico en sus juegos variaciones y arreglos musicales; incomparable en sus interpretaciones, en sus parodias y sus sátiras políticas, así como canciones de protesta; un ejemplo en su ardua labor de investigación y rescate como curador musical.

Es un artista sin parangón porque a mi juicio sintetiza estas dos figuras, la del cantautor (el trovador) y el intérprete (el juglar), más de lo segundo pero sin duda alguna un gran autor, un gran creador.

Oscar Chávez es un gran generador de narrativas ocupado en mantener viva la memoria de nuestras tradiciones musicales: el corrido, el huapango, la marimba, el bolero y todavía así, se da permiso para otras tradiciones que no son las nuestras, como lo es el tango. Es un crítico mordaz con profundo sentido del humor cuyo blanco es un sistema político abusivo, corrupto, aplastante como asfixiante de un pueblo que apenas presenta resistencia. Quizás el crítico musical más importante hoy por hoy, con muchos registros en sus composiciones de los abusos de un gobierno y un sistema que no terminan de evolucionar.

En su prolífica carrera hay boleros de la talla de “Flor de Azalea” del gran Don Manuel Esperón, figura importantísima de la Época de Oro del Cine Mexicano; “Perdón” de Pedro Flores, entrañable compositor puertorriqueño; “Un siglo de ausencia” del inmortal trío Los Panchos.

No pueden faltar sus inteligentes parodias y sátiras de la política como “Atracomulco”, cuya base musical y rítmica está en “Atotonilco”, canción bellísimamente interpretada por La Consentida; “La casita”, otra de sus grandes parodias llena acidez y puntual espíritu crítico. “Se vende mi país” canción de su autoría y en cuyo melancólico, triste arreglo, el requinto pareciera llorar en la compañía de su narrativa rebelde y reivindicatoria, indignada y resistente, que contrasta enormemente con la divertida composición de “El pueblo y el mal gobierno”, sabroso son huasteco.

Los tropicales y festivos arreglos en “Macondo”, su homenaje a García Márquez y “Hasta siempre” pieza ofrenda a Ernesto “El Che” Guevara; Sus corridos del “2 de octubre”, “El chante luna” y “A Genaro Vázquez”; y como dejar pasar su vena romántica con canciones excelsas: “Por ti”, “Nunca Jamás”, “Fuera del mundo”

En su muy particular preocupación por recuperar canciones del folklore popular “La pulquera”, sabrosa canción de la década de los veinte en sus versiones ranchera (contrastar con el dueto América o María de Lourdes) o la norteña al son del acordeón. Su versión del huapango “No salgas niña a la calle”, cuya autoría se debe los hnos. Martínez Gil, una pieza más de este preservar, rescatar y no dejar que melodías como ésta se vayan perdiendo en el caprichoso e implacable decurso de la historia que hay en toda música popular.

La niña de Guatemala”, una de esas canciones entrañables que lo identifican por antonomasia, del gran poeta cubano José Martí, musicalizada e interpretada magistralmente en su preciosa voz. Interpretación que ha dejado grabada esta historia en la memoria colectiva de muchas generaciones de fieles seguidores. Una triste historia de amor, una historia que recuerda a otras más igual de tristes: féminas muriendo de mar en el mar como la Alfonsina de Mercedes Sosa y otras, como la de Penélope que no murió pero si quedo condenada a hacerlo en la soledad de su banco de pino verde.

Si el juglar medieval era un artista del entretenimiento, nuestro moderno juglar es el artista de la conciencia, de la estética extraída anclada en raíces y folklor populares; del romanticismo melancólico y la crítica social; de los más ricos y variados arreglos con un amplio registro de temáticas y canciones. Si el juglar medieval era un errante vehículo de la poesía medieval en las distintas lenguas europeas, dotado para tocar instrumentos musicales; nuestro moderno juglar es un bagaje dotado de una riqueza musical del cual debemos de abrevar para enamorarnos más de nuestro México como de nuestras tradiciones populares. Si el juglar medieval iba tras su público en búsqueda de su sustento, nuestro juglar moderno nos convoca para nutrirnos el alma el espíritu y el corazón con sus magistrales interpretaciones… y muchas veces con nuestro aplauso, le pedimos humildemente que nos regale un poco más de su arte, de su canto y de sus composiciones… de sus historias, de su trabajo y de nuestra identidad, siempre al lado de los leales Morales.

Para terminar, a propósito de nuestras leyendas populares, les ofrezco esta pieza: “La Llorona”, un hermoso vals con una letra evocadora del amor… y el dolor muchas veces ligado a él, porque nos guste o no, al amor siempre le concierne el desamor.




jueves, 11 de octubre de 2012

La analogía del trovador y el juglar: Joan Manuel Serrat


PENÉLOPE Y SU DESAFORTUNADA ODISEA

Buena y gélida mañana. Vamos a tratar de alimentar este espacio cada jueves con algunas ideas y algunas piezas que me parece son de lo más granado en la música popular aunque no lo pareciera dada su temática y el tratamiento de la misma.

Para dar forma y contenido a este espacio quiero comenzar poniendo en contexto a dos figuras medievales que me van a servir en adelante y están presentes en la denominación de este micro universo que hoy inauguramos.

En estos dos personajes que datan más o menos del siglo XI, podríamos encontrar el antecedente de lo que hoy conocemos como el cantautor por un lado y los intérpretes por otro, principalmente de cierto tipo de composiciones, valga la redundancia, del cantautor. Los trovadores se podrían definir como poetas líricos; por juglar entenderíamos una categoría amplia que va del vulgar bufón al intérprete refinado. Este último concepto del intérprete refinado me interesaría rescatarlo para los fines de este espacio.

Por poner un ejemplo, desde luego, sin demeritar a nadie y con mucho respeto: el juglar es lo que al intérprete lo que el Trovador al cantautor, es decir, Carlos Díaz “Caito” q.e.p.d. fue uno de los mejores intérpretes de muchos y grandes cantautores como lo son Luis Eduardo Aute, Pablo Milanés, Alfredo Zitarrosa, Noé Nicola… Caito es pues, una especie de juglar moderno.

Los trovadores fueron poetas cortesanos de la edad media. Aparecen en el sur de Francia específicamente en Provenza, país de la lengua de Oc y su influencia llego hasta el norte de Italia como a algunas zonas del pirineo catalán, Cataluña, la tierra de Serrat.

El tema principal de sus composiciones fue el amor cortés y por supuesto la mujer, los cantautores de nuestros tiempos desde luego han ampliado el registro pero el amor y la mujer son una temática constante en la trova y los trovadores.

Me gustaría hacer un paréntesis para citar un párrafo que halle -al parecer una interpretación de esta idea de lo cortes- y me resultó por demás interesante:

En toda esta nueva concepción social, las mujeres comienza a ser considerada como un ser igual o aún superior al caballero, apreciándola como una dama, lo que trae como consecuencia el concepto de cortesía, cosa que ubico al amor en un lugar de mayor importancia que en el pasado, pasando a ser un hecho no catalogado simplemente como físico, sino que se convierte en el amor cortes y el cortejo”

De los instrumentos con que se hacían acompañar los trovadores destacan los instrumentos de cuerdas, la guitarra entre estos por excelencia. Este elemento pervive hasta nuestros días. Un trovador, cantautor, moderno muchas veces se sienta solo con su guitarra y esto basta para deleitarnos con su lírica llena de contenido poético.

Para inaugurar este lugar dedicado a la música muy ligada a la trova que es tan amplia como queramos verla, les presento la siguiente canción: “Penélope” del maestro Joan Manuel Serrat. Una Penélope de nuestra era, que tras la odisea de su Ulises y la fidelidad que le profeso, a su llegada después de años no reconoció su épico héroe cuando éste llego al modesto reino de ella, un banco de pino verde. Así que ese sueño tras cada tren, esa fiel espera para vivir su amor, después de las aventuras que durante muchos años su Odiseo tuvo que sortear para su reencuentro, permanecería intacto al no reconocer al que un día se fue. Nuestra Penélope del poeta Serrat, al final corrió con menos suerte que la Penélope del gran poeta Homero.

Gracias… espero esta sea la primera entrega de muchas para La analogía del trovador y el juglar.

 

martes, 9 de octubre de 2012

Crónica de aquel diez de mayo en la plancha




Cinco y media a.m., aún con la oscuridad en el cielo, me bajo en Pino Suarez y me sorprende mucho caminar prácticamente solo a la calle donde leí que sería el acceso al concierto de Sir Paul… llego a 20 de noviembre esquina con mesones, apenas ahí llegaba la fila a esa hora. Cinco minutos después un poli nos sugiere ir a Pino Suarez, nos dice que será otro punto de acceso y que prácticamente no hay nadie, un cuate le pregunta que sí es seguro, ya que él venía de ahí; el poli nos asegura que así será y varios nos descolgamos para allá a esperar la hora de llegarle a la plancha. El tiempo transcurre rápidamente gracias a la charla con los demás locos compañeros de aventura; y les va la del día dado el contexto electoral que vivimos: un estudiante del bachillerato aspirante a entrar en la UNAM nos comentaba que ni loco va votar por AMLO porque él no está dispuesto a chingarse mucho para tener una carrera, buscar un buen empleo, para que después le chinguen la mitad de su sueldo y este se reparta entre los pobres; asombrados le preguntamos que quién le ha dicho soberana pendejada y nos refirió que su maestro de sociología les explico que eso era el socialismo, política que AMLO pregona, sistema que seguramente implantaría de llegar a la presidencia. Soy muy respetuoso de las opiniones, me late dialogar disentir y exponer mis ideas, pero esto si me desarmo cañón. Después de un poco más de charla reaccione ligeramente al tema pero ahí lo dejo.

A las ocho treinta no sin el correspondiente pleito con la autoridad (ya estaban con la estupidez de que ese no era un acceso válido y nos querían mandar a 20 de noviembre) comenzamos a ingresar al zócalo: los amigos que hice y yo entramos en la segunda tanda de diez en diez, me tocó exactamente en el catorceavo turno de los hombres. Pasada la revisión de rutina, decomisado mi chesco de manzana verde corrí como pinche loco, desde luego pase al baño por si las dudas, para asegurarme un buen lugar y así fue como estuve a diez doce metros del escenario (mi boleto de doce varos en la zona VIP de la prole)

Poco a poco esa plancha empezó a poblarse. Como a las once un valedor al que mis piernas le sirvieron de recargadera me dio chance de sentarme un rato… me hice espacio y me medio recosté un ratin. Mi legionaria me alivianaba de Tonatiuh. Descanse como cuarenta y cinco minutos porque la masa empezó a empujar para compactar el espacio ¡No mames! Faltaban más de ocho horas y ya empezaba esa marea de cabrones a pugnar por un mejor lugar para ver el concierto. Ya no descanse ni madres, sólo estaba al tiro para ver en qué momento me paraba para resistir los embates. La marea de la caprichosa masa me alcanzó casi al medio día. De ahí hasta casi las siete a aguantar la putisa de la lucha entre los que defendían su lugar y los que avanzaban conquistando cada vez un mejor punto en la plancha, y prácticamente hasta las doce y cuarto que concluyó el concierto a estar de pie.

No nos daban un respiro, gritos de ¡Pendejos, faltan ocho horas, siete horas…! Y así cada hora más o menos y embates cada diez veinte minutos ¡No mames no empujen! Se emputaban los que estaban muy cerca de la valla limítrofe y los cábulas que avanzaban con su cínico ¡Si se pudo, si se pudo! Y así por el estilo pero casi siete horas de soportar embestidas que me arrimaron a dos metros del límite, alejando a la banda que estaba muy cerca de mí al inicio, de hecho perdí a todos aquellos con los que ingresé, y acercando a aquellos que tenía a cinco seis metros de distancia cuando todo estaba en calma y que terminaron pegaditos a esa valla.

Dos tres que sacaron los paramédicos, no sé si insolados o medio asfixiados, un discapacitado con todo y su silla de ruedas también hubo que sacarlo, varios desertores en el transcurso que la marea entusiasmada empujaba y toda la banda solicitándole agua al personal que iba y venía por ese pasillo que dividía la pancha justo al centro.

Yo creo de tanto demandar agua para beber un poco e hidratarse algo el Dios Tláloc nos mandó una acariciadora llovizna que nos alivió un poquito para aguantar a las ocho. Algunos nos inclinábamos con la boca abierta para ver si conseguíamos atrapar un poquito de esas valiosas gotas para refrescar la garganta, pero ni madres, por lo menos yo no atrape ninguna.

Como a las siete la masa no sé si del cansancio o porque ya había conseguido lo que quería, alejar a los cercanos y acercar a los lejanos ¡Vaya paradoja! Se calmó… se estuvo por fin en paz y eso sí, si mirabas alrededor, salvo los que platicaban aún y así olvidaban el cansancio, la sed, la ya larga espera, muchos parecíamos caballos lecheros, algunos otros en ese pequeño espacio del que disponían se sentaron como pudieron y varios más estaban a punto del desfallecimiento, ¿estás bien? ¿Todo bien? Preocupados algunos se preguntaban. Incluso por un instante me paso por la cabeza salir huyendo de esa plancha, mandar a la chingada los sacrificios hasta ese momento realizados porque todo el chingado cuerpo me dolía, la boca la tenía prácticamente seca y cada partícula de oxigeno que jalaba me quemaba cañón, definitivamente la tranquilidad me hizo pensar pendejadas… pero el orgullo fue lo que me permitió resistir esas dos horas que faltaban para el arribo de Sir McCartney a la plancha del corazón del DF.

La próxima entrega va para el domingo mi Pau, no quiero abusar de tu generosidad de leer estas líneas. Ya va estar más leve, porque afortunadamente pudiste ver el concierto y ya has consignado algo de lo que ahí sucedió ¡Gracias!

PD. O en su defecto, en cuanto vea tu acuse de recibo te pego la última entrega.

Bueno, ya son las siete de la tarde, quizás la hora más complicada, los minutos más largos, volteo a mi derecha y una chica llora, llora mucho no sé si por la paz que había por fin llegado o porque estaba digiriendo el susto de tantas horas de resistencia o porque casi casi la hora prometida se acercaba.

Al cuarto y las ocho más menos salió el DJ… toda la banda cercana pareció haber visto la viva reencarnación de Walter Mercado a juzgar por su bromas y cometarios. Personalmente, me recordaba más a Kurt Russel en “Escape from Nueva York”, sólo no me checaba la falta de su parche estilo Pirata Morgan triple A hollywoodense.

Por lo que a mi toca, justo sucedió que cada mezcla cada pista fue directamente proporcional al cansancio, es decir, lejos de aliviarme creció mi cansancio desesperación y ansias por ya disfrutar de Sir McCartney. Una hora de cotorreo, choteo, algún silbido y el entusiasmo de un contemporáneo que supongo así catafixeaba su cansancio por bromas a gritos que no me disgustaban pero tampoco ayudaban mucho a mitigar la individual espera.

Luego llego el video con pedazos, trozos, significativos trozos de tiempo atrapado en esas fotografías y videos de la trayectoria de Paul, momentos de intimidad, pequeñas historias que compartía con los presentes la leyenda que pronto nos sorprendería. Por cierto, esa enorme pantalla con una resolución muy chingona me recordaba a los elefantes blancos ya anacrónicos y desaparecidos de la fisonomía de esta ciudad. Durante esos minutos constate que estaba rodeado de puros conocedores, creo fue cuando mi cuerpo puteado empezaba a regenerarse como si fuese el de un lagarto. Las charlas alrededor fueron sustituidas por los comentarios que suscitó la película de Sir Paul corriendo como crédito de la función de su prolífica vida.

Unas luces celestiales empezaron a aparecer anunciando el final del video todos, toda esa masa que conformábamos ya empezábamos a preparar las gargantas esperando al arribo de nuestro artista, nuestro monstruo, nuestro ídolo musical… las emociones estaban a punto de desbordarse, unos saltaban para librar los centímetros que algunos les llevábamos de ventaja, algunos más buscaban por donde colar la mirada con su cuello girando como radar buscando su objetivo.

Un prolongado grito empezaba a desahogar las emociones contenidas, a veces decantadas en tantas horas cuando el equipo de técnicos aparecía para cubrir el más mínimo detalle. Ni una sola alma podía estar quieta y curiosamente ahora si cada quien mantenía su lugar, ya cada quien respeto el lugar del otro. La masa tomó su espacio conquistado y pactó la paz para entregarse a la marea que se avecinaba, esa marea musical que venía aproximándose.

Se fue el video... pasaron todavía unos segundos ¡Apareció él, con su elegante saco rojo, su impecable pantalón negro y sus juveniles botines negros de ante! ¡Apareció con toda esa perfecta figura y su guitarra! Con esa expresión lozana alegre jovial luminosa en su cara. Hizo un gesto así como si necesitase una descarga eléctrica para creer lo que tenía al frente, una masa de 200, 000 personas que estaban ahí para corearlo, para saltar con él, para agradecerle, para cantar sus canciones y las de los Beatles, para llorar con sus mágicas interpretaciones, para emocionarse y sentirse unos con él en un momento histórico, para ser una masa de individuos integrados en comunión, rola tras rola, para seguir haciendo historia en una plancha rodeada de siglos de ella, para recordarnos lo hermoso que es salir al espacio público y disfrutarlo sin temor alguno. Para reivindicar el Peace and love en el corazón de un país que cotidianamente se desangra.

Al primer contacto de la uña con las cuerdas el golpe de adrenalina fue tal que resulto el hidratante más potente… el analgésico más cabrón ¡Que dolor de rodillas o de la espalda baja, ni que madres! Todo el cuerpo vibraba al ritmo de esos músicos que son la cosa más impresionante que he visto, que vivimos todos los presentes. Que la Medusa de miles de rostros miraba sin convertir en piedra a ese ídolo de carne y hueso sino fijaba en la memoria almática cada una de sus expresiones para que desde entonces acompañe en tertulias y noches en que cada quien necesite llenarse de energía magia e historia. El genio británico seguramente va quedar en la memoria que sólo el alz podrá formatear o la catrina al apretar la tecla del delete, desaparecer.

Y bueno cada canción fue espectacular, cada rola significo algo pero si me permites hubo tres momentos que quiero destacar “Let me roll it” su primer cambio de guitarra ¡Vaya forma de pegarle a las cuerdas! ¡Vaya forma de hacer llorar esas guitarras! Y vaya forma de plantarse en el escenario a cantar. Que cosa más chingona, todo, todo el concierto estuvo así pero esta rolita me puso muy chido, muy chingón.

Dos rolas después venía el primer turno al piano con “Long a widing road” y ya no pude más… me salieron las lágrimas, no me pude contener… fue un momento de mágica explosión de emociones, recuerdos, sentimientos, historias reales e inventadas, momentos evocadores mandando a la superficie un baño del alma, un rocío que corrió por las bolsas y cayó salpicando los tenis…

Y el momento de paroxismo dado el encanto de la sorpresa, “Live and let die” con toda esa producción de pirotecnia que me hizo saltar gritando más enloquecido porque francamente no me lo esperaba. Un día después me preguntaba el Diablillo que si no sabía que era parte de su producción…no, no lo sabía y que bueno porque de verdad fue chingonsísimo ese instante.

Bueno, permíteme un cuarto: “Dance Tonight”… como disfrute el gozo de divertirse de esos cinco maestros comandados por Sir McCartney con el bataco lleno de fresca pantomima y todo ese bloque con los instrumentos acústicos. Y qué decir de sus frase en español “son a toda madre” “son fantásticos chilangos” “Viva México cabrones” “Esta canción es para todas las mamacitas”… Su relato de los tres conejos… una noche llena de magia amigo.

Y bueno podría tirar tecla y tecla y tecla… ya sólo para redondear la magia la generosidad la amabilidad y la solidaridad del día: al salir de la plancha resignado a caminar a casa porque me fallo la master card, me encontró mi Cuco que llegó a las seis y casi casi me avienta lejos de mi zona para apropiarse de ella… me invitó mi litro de agua que ya necesitaba y al negociar en Fray Servando esquina Eje Central con el taxista para que se bajara a cien fierros, diría mi tío, un valedor se acercó que estaba a un metro de nosotros y se ofreció a cooperar para llegarle al cantón, el venía para Tezontle poco antes de Maguey. 

Esta crónica de lo que viví con Sir Paul es para mi amigo Pau… con mucho cariño porque ese sábado que lo platicamos en su casa el sueño se cocinó... sólo lo concrete el diez de mayo, que por cierto desde algún punto de ese nublado Cielo me acompaño mi Chiquita, mi Ángel mujer.

Gracias amigo, gracias Paul y gracias por leer estas líneas.


jueves, 4 de octubre de 2012

Reflexiones desde la cueva



La soledad




Soledad: dulce ausencia de miradas* y de ruido, de contaminante ruido que no sólo lastima los oídos, sino aturde el sentido y altera el decurso natural de las relaciones los afectos y los amores; degradante distractor de la atención en lo importante por el escándalo que genera; enervante niebla multiplicadora de la irritante incomunicación de los seres.
La soledad no es un estado del que quisiera escapar sino un espacio vital para rencontrarme, restaurarme y vacunarme de la septicemia contaminante de algunas miradas y decires patógenos, entes mórbidos para el alma.
La soledad está mal valorada porque la confundimos con el estar solos cuando ésta es un tránsito natural del yo al otro. Sin saberlo pretendemos pasar a estar acompañados cuando no soportamos estar consigo mismos. Sin conocimiento pretendemos estar en la mirada del otro cuando no somos capaces de voltear a nosotros mismos.
La soledad es una buena compañera de lo abstracto mientras éste se trueca en lo concreto… es esa dulce ausencia que esta por dar la bienvenida a la tan esperada espera esperanzadora.



*Milan Kundera